El arte en Cuenca

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Cuenca: Catedral (12)

La Girola

 

Aspecto parcial de la girola de la Catedral.

En la segunda mitad del siglo XV se decide ampliar la catedral en su cabecera, ensanchándola mediante la creación de una doble girola.

Esta obra debió realizarse a través del maestro flamenco Hannequin de Bruselas, encargándose de su terminación el maestro Cristóbal Flórez.

Esta nueva estructura originó la desaparición de la primitiva planta de la cabecera, que contaba con dos absidiolos a cada uno de los lados de su ábside central.

Arcada que da paso a la girola desde el transepto

Partiendo de los primitivos arcos que abarcaban las capillas de los absidiolos, el espacio creado por la girola se va ensanchando desde su arranque, abriéndose en sus laterales numerosas capillas auspiciadas por el cabildo catedralicio o por los linajes conquenses, creándose abundantes obras de arte para ellas.

 

 

Bóvedas de la Girola

En esta imagen parcial de las bóvedas de crucería renacentistas de la doble girola se observa que son más complejas y variadas que las anteriores góticas de su primitiva fábrica, adornándose las claves en la intersección de sus nervios con gran variedad de múltiples escudos de armas. 

Las capillas que se abren en la girola serán  descritas cada una en su correspondiente apartado, mientras que en éste se citarán los altares, retablos o sepulcros que se encuentran en este espacio de la girola. 

En el comienzo de la girola, en el muro exterior de la Nave sur o del Alba, se encuentran embutidas varias laudas sepulcrales en piedra policromada realizadas en el s. XVI y correspondientes a diferentes obispos catedralicios.  

Retablo o Altar de San Fabián y San Sebastián

Adosado a uno de los pilares que soportan las bóvedas de la girola encontramos este retablo realizado  por el entallador, imaginero y cantero renacentista Diego de Tiedra, entre los años 1551 y 1552 por encargo del canónigo Juan Fernández de Heredia.

 

 

Está formado el retablo por un banco o predela, un cuerpo principal y un ático.

La predela se divide en cinco pequeños recuadros decorados con diversas escenas de la vida de San Sebastián, mientras que en el cuerpo se encuentran representadas las figuras de San Fabián y San Sebastián, así como el Padre Eterno en el ático.

El cuerpo principal está formado por dos calles laterales, una a cada lado y las esculturas de los Santos en el centro.

En la parte superior de las calles laterales, entre columnas abalaustradas, hay dos hornacinas en las que se encontraban las figuras de San Cosme y San Damián.

En la parte inferior de las laterales hay dos bajorrelieves en los que figuran por una parte el asceta San Onofre orando y por otra un monte Calvario con el martirio de San Acacio y sus compañeros.

Las esculturas centrales corresponden a San Fabián con ornamentos pontificales y a San Sebastián desnudo sujeto por los brazos a un árbol. 

En el ático, entre columnas abalaustradas, sobresale la escultura sedente en el nicho central del Padre Eterno que sostiene una cruz en la que se representa a su Divino Hijo.

Rodean esta figura central unos relieves y volutas sobre las que se apoyan unos ángeles.

 

Altar de Ntra. Sra. del Alba

Frente al Retablo de S. Fabian y de S. Sebastián citado anteriormente se encuentra este Altar del Alba, realizado en el año 1772 por José Martín de Aldehuela.

Desde el siglo XIII, en los primeros años de la creación del edificio catedralicio, existía un altar en este espacio, ya que en el mismo es donde antes se decía la primera misa de la Catedral, al rayar el alba.

Con posterioridad debió existir otro altar reemplazando al primitivo, conservándose de él la imagen de la Virgen, del siglo XV, hasta que en el s. XVIII se realizó el actual..

Además de la imagen de Santa María del Alba, en las hornacinas de los intercolumnios del retablo lucen las imágenes de Santa Lucía y Santa Polonia, realizadas igualmente que el retablo por José Martín de Aldehuela en el año 1772.

Sepulcros de los Montemayor

Frente al anterior Altar del Alba, empotrados en el muro, se encuentran las estatuas yacentes de Juan Alfonso de Montemayor el Viejo en la urna superior y la del Joven en la inferior.

Tanto los dos sepulcros góticos tallados en alabastro, como el arco y la ornamentación que los decora fueron realizados en la segunda mitad del siglo XV. 

 

Los sepulcros quedan recogidos bajo un arco superior de medio punto que correspondía al de una antigua capilla ya desaparecida, bajo el que se abre otro arco más pequeño y rebajado.

 

En la representación del cuerpo superior aparece el personaje sujetando la espada sobre su cuerpo, y en la inferior en actitud orante con sus manos unidas.

La parte frontal de los sepulcros se decora con cuatro paneles formados por hojas de cardo, y en el centro otro panel con el escudo de la familia Montemayor, rama de los Fernández de Córdoba, una encina y un jabalí pasante.

Altar de San José

A espaldas del Altar de San Fabián y San Sebastián y en su mismo pilar se ubica este altar fundado en el año 1740 por el racionero de la Catedral José Cano Abril.

Su retablo barroco tiene influencias del rococó francés, tal y como evidencian el total de veintitrés espejos que lo adornan así como el gran dosel pictórico que lo enmarca.

De ese total de 23 espejos, bordeando al retablo hay un total de 12 espejos mayores, seis a cada lado, con ornamentadas molduras.  

 

En la parte central del retablo, en una hornacina entre columnas ricamente decoradas y con capiteles compuestos, se encuentra la talla en madera policromada con la figura de San José.

Los otros once espejos más pequeños que forman parte del retablo son los que aparecen en el marco de la hornacina, tanto en las pilastras como en el arco de la misma.

 

 

Sobre la parte superior del retablo, pintado sobre el muro del pilar, se decora este altar con un dosel en forma acortinada en el que sobresalen los escudos tallados del Cardenal Riario con la rosa de oro en el centro y los leones rampantes con banda cruzada.

Y en el montante del retablo un medallón en su centro con bajorrelieve policromado representando a la Sagrada Familia en el taller de Nazareth.

Calvario

Frente al anterior altar de S. José, ya en el muro exterior de la nave del Alba y sobre una hornacina que guardaba el altar del Ángel, se alza un Calvario de tradición gótica pero que debió elaborarse en el primer cuarto del siglo XVI. 

Se apoya este Calvario, realizado en madera policromada, sobre una viga tallada con motivos platerescos. 

Está compuesto el Calvario en este caso con las figuras de Cristo en la Cruz en el centro, la Virgen a su izquierda con las manos juntas en devota actitud y San Juan a la derecha con su diestra levantada y sujetando un libro con su otra mano.

Tanto la decoración de la Cruz como la forma del paño de pureza de Cristo nos induce a un tipo decorativo plateresco.

El rostro del Cristo del Calvario

Martirio de San Serapio

En el espacio inferior del citado Calvario, donde se localizaba el Altar del Ángel, se encuentra en la actualidad este restaurado cuadro que adornaba la parte central del montante del Retablo Mayor de la Capilla del Espíritu Santo, y que representa al martirio de San Serapio.

Se adjudica la autoría de esta pintura, realizada hacia el año 1622, al pintor barroco Juan Andrés Ricci de Guevara, conocido como Fray Juan Rizi.

Altar de la Quinta Angustia

Entre las Capillas del Socorro y de la Asunción se encuentra este altar cuyo retablo está formado por un cuerpo principal sobre una predela y un montante sobre el cual hay una cruz con dos escaleras, asociadas a la Pasión de Cristo.  

En el montante, entre las dobles columnas estriadas en espiral de cada lado, se ubica el lienzo de fines del s. XVI con la cabeza de Cristo.

En el cuerpo principal hay dos columnas estriadas exteriores a cada lado, cuyos capiteles son de orden corintio y sus fustes decrecientes hacia arriba, más otras dos más pequeñas interiormente que enmarcan una hornacina central con la talla de la Virgen de las Angustias en madera policromada, de finales del siglo XV. 

Iconografía

A raíz de la ampliación de la Catedral a finales del s. XV con la creación de una doble girola, los arcos de los pilares que soportan las nuevas bóvedas así como los de las naves, presbiterio, transepto y capillas se decoraron con una original iconografía de tipo fantástico, mitológico y de figuras humanas intercaladas entre otra decoración de tipo vegetal, que debieron realizarse a principios del s. XVI.

Lo original de sus relieves decorativos reside en que los animales representados son propios de las nuevas tierras recientemente descubiertas en América, tales como la tortuga, el armadillo o el pez globo.

En este pilar central de la nave sur, tal y como lo describe el autor José María Rodríguez González en su libro sobre La Iconografía e Iconología de la Catedral, los relieves del pilar de este arco comienzan con la representación de un armadillo de seis bandas (considerando a este animal como un instrumento de adoración a Dios), siguiendo hacia arriba con  unas hojas de roble con bellotas y continuando con otros animales fantásticos.

En este otro ejemplo de iconografía vemos en la base un Jarrón, que tal y como indica José Mª Rodríguez, es utilizado  como la vasija que compone la naturaleza del hombre, el cuerpo, el cual se quiebra o se deshace una vez que el hombre muere físicamente.

En la parte superior la figura del monstruo-espíritu del diablo detallado a continuación.

La cadena al cuello simboliza  al diablo vencido. La misión del creyente es aprender a desprenderse de la inclinación de la carne, de los miedos, de las debilidades. Las manos del diablo agarrado al zarcillo simbolizan la redención de Cristo.

Y en esta otra figura de un hombre gordito (gula) y caracol (cobardía), enlaza con el anterior del diablo, indicando de no quedar el hombre enredado en la gula y la lujuria amiga de los placeres y ser así muerto por el diablo.

En cuanto al caracol, estas criaturas han simbolizado la resurrección de Cristo.

Latitud: 40° 4' 43.32" N
Longitud: 2° 7' 46.5816" W

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